Somos dos
campanas, una grande y otra más chica, por circunstancias de la vida llevamos
muchos años juntas, tanto que somos como hermanas. Yo, la más grande, casi no he
podido lucirme en mi toque, me compraron para el campanario de la iglesia de
San Martin de Tours del pueblo nuevo de Rodén, era feliz en mi cometido, pero
un día mis paisanos los rodeneros decidieron cambiarme por otra, otra que
muchos años les había acompañado día a día, la bandeaban con motivo de alegría,
las mujeres en honor a Santa Águeda, y los hombres San Martín y San Gregorio y
los monaguillos, anunciaban el día del señor con los toques que llaman para ir
a misa. Aunque me puse triste enseguida comprendí que era justo y fácil de
entender su cariño por su campana Bárbara, ella nos acompañó en el pueblo viejo
de Rodén, junto a mi hermana chica me guardaron en una habitación en la casa
del cura. Cuando acabo la guerra civil y construyeron su iglesia nueva, y
aunque necesitaban dinero para “vestir” su iglesia no nos quisieron vender,
cada vecino ayudo como pudo y poco a poco su iglesia fue luciendo sin que le
faltara ningún detalle. Años más tarde necesitaban dinero para pintar la
iglesia, oímos rumores sobre vendernos, pero una vez más, los parroquianos “escotaron”,
pintaron y seguimos más años aquí, en la casa del cura, oyendo a través de las
paredes las misas, canticos, y el hablar de las mujeres cuando se juntan para
limpiar la iglesia.
Pero todo
ha cambiado, ya no estamos en esa habitación en la que un día nos guardaron,
nosotras sabemos quién y cuándo se nos llevaron, a traición y cuando todo el
pueblo estaba tranquilo, nadie se enteró de nada, no rompieron ninguna ventana,
no forzaron ninguna puerta, porque la puerta principal de la casa del cura
tiene cerraja, ésta una llave y la llave dueño o dueña. Estamos tristes como
tristes están los vecinos de Rodén, porque nos demostraron que nos querían,
sabemos con toda certeza, que si estuviera en su poder volveríamos a esa
habitación, contentas y felices, porque nosotras siempre seremos, LAS CAMPANAS
DE RODÉN.
Esto ocurría el día 16 de Agosto de 2011, pero
gracias al asedio mediático por parte de los medios de comunicación, sobre todo el de Heraldo de Aragón, el ladrón devolvió las campanas bajo secreto de
confesión, una cobardía más por su parte, claro que no hay ladrón que no sea
cobarde.